SONRÍE


Parte de nuestro adiestramiento en la escuela naval era recorrer diariamente mas de cinco kilómetros. Como nuestro instructor siempre encabezaba el grupo a un paso muy ligero, nos sentimos aliviados cuando se fue con licencia y en su lugar lo tomo el comandante.
Nuestras esperanzas de una carrera mas lenta quedaron frustradas.
El comandante, resplandeciente en su uniforme de faena, trepo en su automóvil y grito:
- Muy bien, jovenes, ¡ Siganme !.

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