NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO Y SAN LEOPOLDO ( ORIFLAMA)





Construido para la Armada Francesa en Toulon en el año de 1743, por el ingeniero constructor Pierre Blaise Coulomb ( 1699 - 1753 ), era un navío de guerra.
Este navío sirvió en la armada francesa hasta abril de 1761, capturado por los ingleses en la guerra contra Francia, transformado por los ingleses en un barco mercante.
No se sabe cuando pasó a manos españolas, pero manteniendo su calidad de barco mercante rebautizándolo con el nombre de " Nuestra Señora del Buen Consejo y San Lorenzo ", manteniendo su antiguo nombre por los marineros " Oriflama.". Este buque llevaba 50 cañones. Al buque se le clausuró la primera batería de cañones para transformarla en bodega. Quedando artillado con solo 26 cañones.
Este barco se subasta a particulares y de esta forma lo obtiene Juan Bautista de Uztáriz, Hermanos y Compañía. Entre los años 1763 y 1768 realiza varios viajes a la Nueva España. Durante este periodo, hay varios documentos que recogen varias trayectorias marítimas de la nave desde Cádiz hacia Veracruz, desde allí a la Habana, y retornar a España cargado con los caudales de México.
Este barco realizó su último viaje, desde el puerto de Cádiz y su destino era el Callao.
Su tripulación estaba compuesta de 176 hombres y 38 pasajeros, su capitán era Joseph Antonio de Alzaga.
También zarpaba en la misma fecha, el navío San José, alias " El Gallardo ", ambos de diferentes maneras serían protagonistas de una de las mayores catástrofes marítimas del siglo XVIII en nuestro litoral.
En una especial precaución, ambos llevaban duplicados de sus registros testimoniados, equivalente a nuestros manifiestos de embarque.
Después de cinco meses de navegación este navío es avistado por el buque español San José entre Concepción y Valparaíso el 23 de julio de 1770 al mando el Capitán Juan Esteban de Ezpeleta quien ordenó disparar un cañonazo y hacer señales de bandera, a fin de identificar el otro navío, pero el Oriflama no responde. Optando el capitán del San José mandar un bote en dirección al Oriflama distante unas dos leguas, al mando de su segundo piloto Joseph de Alvarez, logrando identificar al Oriflama, encontrándose este navío en un estado desastroso, sus tripulación y pasajeros estaban en un estado lamentable ya que sufrían de escorbuto hambre y frió. En el viaje ya habían perdido 78 personas las que habían sido lanzadas al mar, habían a bordo 106 enfermos graves y solo 30 tripulantes lograron maniobrar las velas, siendoles imposibles subir más arriba de la primera cofa.
El capitán del San José ordenó mandar un bote con provisiones como vino, quesos, jamones, sémola etc, y hombres de reemplazo para poder maniobrar el Oriflama, pero al acercarse el bote al Oriflama empezó un gran viento que imposibilito el acercamiento del bote al Oriflama. Este era el comienzo de uno de los peores temporales registrados durante la Colonia, causa del desastre del Oriflama.
El capitán Ezpeleta ordenó arriar las velas para poder mantener su posición y disparar otro cañonazo para que el Oriflama, con su viento a favor se acercara al San José para entregarles las provisiones, pero el navío sin demostrar acción ninguna continuó su rumbo con las cuatro principales rizadas y el sobremesana.
El día 26 de julio lo avistaron nuevamente, navegando hacia el sur por lo que presumieron de que se dirigían al puerto de la Concepción de Penco.y no intentaron seguirlo.




                          Corte del Navío ( Gentileza Oriflama S.A. )

Al amanecer del lluvioso día 27 de julio de 1770, los habitantes del caserío de la Trinchera, Partido de Huenchullami, en la desembocadura del rió del mismo nombre, advirtieron que un navío de gran porte, al parecer sin gobierno, se acercaba a la costa, sin pérdida de tiempo fueron avisar a Don Feliciano Letelier, Oficial Real a cargo del Partido de Huenchullami, para que se acercara a la costa a ver el navío.
Los vecinos del caserío se acercaron a la playa viendo como el Oriflama se embancaba en la arena, varándose y cayendo sus tres mástiles
Siete infelices se aferraban al bauprés del navío y sus gritos desgarradores pidiendo auxilio, lo que era imposible brindarles ante la furia de la tormenta. Poco a poco la furia del mar la destrozó con sus embates, la inundaba y sumergía al atardecer de ese día 27.
Pasado el temporal el cual duró varios días fueron llegando a la orilla de la playa restos del naufragio como las cartas de hidalguía de Don Antonio Matías de Ulloa, nombrado por el Rey en el prominente cargo de Corregidor de Trujillo, que nunca disfrutaría de su cargo, también llegaron pedazos de maderos y doce cadáveres, entre ellos el de una mujer. De estos cadáveres siete recibieron cristiana sepultura en la no muy cercana iglesia de Vichuquén, existiendo debida constancia de los servicios prestados por el cura párroco y el precio de ellos.
Usted se preguntará y los otros cadáveres, no fueron enterrados es posible que se tratase de esclavos negros o moriscos, y que su raza fuera fácil de diferenciar de los cristianos españoles.
Una vez llegada la noticia al Gobernador subrogante de la Capitanía General, este aviso a Don Diego de Armida, Presidente del Tribunal y encargado de todo asunto comercial litigioso de la Capitanía. Este aprovechando la presencia en Valparaíso del navío " Gallardo " que había anclado el día 30 de julio, despacha comunicación del desastre al Virrey del Perú Don Manuel de Amat y Junient, hasta hace muy poco Gobernador de Chile.
El revuelo que causó en Lima fue de grandes proporciones ya que toda la nobleza existente en Lima esperaba este navío, ya que en el venían telas, joyas, alhajas, vajilleria de plata, cristalería fina etc.
El día 3 de septiembre se reunía el Tribunal del Consulado de Lima y acordaba: Buscar todo lo que hubiese llegado a la playa.proveniente del naufragio y además del contenido en el interior del buque, sin reparar en gastos ni esfuerzos.
Para Lima era muy fácil dar esta orden, pero la realidad era muy distinta, era enfrentarse a una rompiente de 500 metros de ancho, similar a la de Santo Domingo o Iloca, con olas de tres metros, contando solamente con balsas de cuero de lobo y el coraje de huasos e indios del lugar.
Fuerzas militares se hicieron presentes en el lugar para resguardar el orden. Muchos bultos y tercios, cerrados o desarmados, habían salido a kilómetros al norte o al sur del Huenchullami y naturalmente mucha mercadería desapareció, para aparecer después en la ciudades.
En esta etapa aparece un personaje de la historia nacional me refiero a Don Mateo de Toro y Zambrano, Gobernador que se hizo cargo de las pesquisas para ubicar las mercaderías. Debía hacer cumplir las órdenes emitidas por el Virreinato del Perú. La orden fue quienes tuvieran en su poder efectos provenientes del Oriflama, debían de hacer entrega de ellos a la autoridad o a la Iglesia, dentro de un plazo fatal de un mes.Si después de ese plazo, cualquier habitante del Reino, sin importar su calidad o rango, era sorprendido en posición de efectos del Oriflama, sería castigado en la plaza pública, requisados todos sus bienes, desterrado a perpetuidad y además excomulgado.
El Virrey del Perú ordeno se le enviará sin demora alguna copia del Registro Testimoniado del Oriflama ( El que traía el Gallardo ), para que los comerciantes y nobles de Lima, pudieran identificar los bultos, con marca conocida.
Lo que fue recuperado fue lavado con agua dulce, secado empaquetado y despachado a Lima para que fueran entregados a sus legítimos dueños. El resto que se recuperó y no se pudo identificar su dueño, fue rematado alcanzando la increíble suma de 206.000 pesos.
Ya a fines de 1772, el Virrey Amat dio la orden de suspender definitivamente los trabajos del naufragio del Oriflama ya que se había hecho lo humanamente posible de encontrar más elementos del naufragio.
Los restos del Oriflama aún reposan en la playa de la Trinchera de Curepto ¿ que encierran sus bodegas las cuales no se pudieron bucear ? ya que no habían elementos para hacerlo.
La empresa Oriflama S.A, está varios años en busca de este navío enterrado en las arenas de la playa de la Trinchera  y está también en litigios jurídicos de difícil solución. Ojala algún día pueda llegarse a las bodegas de este buque y ver realmente que dejó este naufragio en sus bodegas.
Este 20 de junio del 2016 la Corte de Apelaciones de Talca rechazó un recurso de protección interpuesto por la empresa Oriflama S.A. en contra de la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante, Capitanía de puerto de Constitución  del Consejo de Monumentos Nacionales en contra la decisión que negó la extracción de los restos náufragos del navío Nuestra Señora del Buen Consejo que se encuentran en la desembocadura del río Huenchullami.


Moneda encontrada en el Oriflama ( Gentileza de Oriflama S.A. )


Características
Eslora: 41,3 metros
Manga: 10,78 metros
Puntal: 5,16 metros
Quilla: 10,78 metros
Entrepuentes: 1,72
Desplazamiento: 1.500 toneladas.
Tenía dos puentes

Carga
Este navío estaba excedido en su carga.
Poseía 1.658 cajones de todo tipo de mercaderías.
1.738 cajones arpillados conteniendo cristalería de la granja de Ildefonso, por encargo del Rey para ser vendidos en el virreinato en beneficio de las fábricas de Talavera.
Podría tener todavía en sus bodegas hierro, cañones, artículos ópticos, armas, herramientas, cristalería, cubiertos de plata, monedas de oro. etc.

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