Quiero agradecer al Sr. Jorge Valdes Romo ( Jorval ) por darme la oportunidad de poder incluir en mi página algunos de sus cuentos marinos.
Patrullero Lientur
A los pocos minutos casi se pudo sentir un suspiro de alivio general al verlo aparecer delante de los dos marineros; con su color de fondo blanco y sus manchas negras características, pues Estopín era la querida mascota del buque, un fox-terrier con mezcla de quizás que quiltro puntarenense, pero que era el compañero fiel e inseparable de la dotación del Patrullero Lientur. Vivaz, valiente, independiente, transmitía alegría y energía.
El Patrullero navegó por el Estrecho de Magallanes en dirección hacia el Oeste en demanda de los Islotes Evangelistas. Su tarea, como de costumbre, era reabastecer el faro y efectuar el relevo de uno de los cuatro fareros de dotación en ese aislado lugar. Estopín, durante la navegación recorría los 44 metros de eslora del buque; se paraba en toldilla a juguetear con los marineros o bien iba al castillo a ladrarle a las toninas que cortaban veloces una y otra vez la proa del buque.
Luego de una tranquila navegación por el Estrecho de Magallanes comenzó a sentirse el efecto de la mar boba del Océano Pacífico, típica mar de fondo que queda después de un temporal y que entraba por la boca Occidental del Estrecho de Magallanes, pero afortunadamente ese día el faro " se podía hacer "como decían los marinos del Lientur. El viento era suave y la mar estaba tranquila . En el radar aparecieron por la proa los islotes Evangelistas; después de una hora de navegación ya se pudo ver el faro, que desde su construcción en 1896, bajo la dirección del ingeniero inglés George Slight, se convirtió para las dotaciones de los buques de la Armada que debían aprovisionarlo en un símbolo de esfuerzo y proeza.
Evangelista tiene fama de ser el faro de más difícil acceso en el mundo, un murallón de 12 metros de altura, donde el nivel del mar asciende y desciende varios metros; solo la pericia de las dotaciones de las chalupas balleneras permite efectuar el desembarco de las provisiones mediante una pluma con un aparejo y de los hombres que deben lanzarse a una malla de cabo desplegada contra la pared de roca y trepar rápidamente para alcanzar la cima antes de que la chalupa los aprisione contra ella.
Faro Evangelistas
En el buque había gran actividad. Colocaron los deslizadores al costado, a la altura de la toldilla, arriaron la primera de las dos chalupas balleneras, la cargaron con víveres para el faro y, finalmente, se embarcaron los hombres que trabajarían en tierra.
Estopín se notaba nervioso e inquieto, pues presentía que esta vez no sería de la partida. A continuación arriaron y embarcaron más víveres en la segunda ballenera; Estopín tampoco pudo embarcarse en esta oportunidad y así continuó durante todo el día. En todos los faros que hay desde el Golfo de Penas hasta la Antártida, Estopín acompañaba a los marinos del Lientur menos en Evangelistas y esto se notaba que lo intranquilizaba pues cada vez que trataba de saltar del buque a la chalupa alguien se lo impedía y así fueron pasando las horas hasta que llegaron las últimas luces del día que por la época del año sucedía bastante tarde, pero en la cara de los marinos se notaba que se encontraban contentos a pesar del cansancio, ya que en esta oportunidad la carga y el relevo de personal se había efectuado sin contratiempos.
El buque levo anclas y zarpó nuevamente, navegando el Estrecho de Magallanes en demanda de Punta Arenas. El comandante se encontraba tendido en su litera descansando después de un día de tensión permanente, cuando sintió una voz que decía " Permiso mi Comandante ", se levantó de la litera, encendió la luz del camarote y vio que era su Segundo Comandante.
- Si, ¿ que pasa Campitos ?
- Mi Comandante, tenemos un problema grave, Estopín no aparece por ninguna parte, lo hemos buscado por todo el buque y no hay señales de él.
- El Comandante se despertó completamente, miro el reloj ubicado en el mamparo, eran las tres de la mañana, hacía 5 horas que habían zarpado de Evangelistas.
- Juntémonos en la cámara, que también asistan el Contra y el Suboficial Arroyo.
Nadie a bordo pudo dormir a pesar del cansancio que tenían, la información de la desaparición de Estopín se había propagado rápidamente y el ambiente de consternación era palpable.
Después de la reunión en la cámara, habían contactado al Faro Evangelistas por radio y preguntando por Estopín, la respuesta negativa solo confirmo lo que muchos predecían; seguramente Estopín había caído a las frías aguas del Estrecho durante las horas de faena y nadie se había percatado de ello.
Durante la navegación la gente del Lientur pensaba en lo sucedido: " por suerte no debe haber sufrido, uno se congela en menos de 1 minuto al caer al agua en estas latitudes ". Otros se sentían culpables, los que se habían quedado a bordo durante la faena, que eran muy pocos pues la mayoría bajaba al faro.
Algunos recordaban esa vez que zarparon de Punta Arenas de noche, en medio de un fuerte temporal y solo al día siguiente se dieron cuenta que Estopín estaba falto al zarpe; habían solicitado al Escampavia Sobenes, que se encontraba en puerto, que lo ubicara, lo embarcara y lo llevara con ellos cuando zarparan en su próxima comisión hacia el norte; en un rendez-vous recuperaron a Estopín con gran algarabía de todos.
El Patrullero recaló en Punta Arenas, pero lo que normalmente era ocasión de alegría, ahora era de tristeza. Se acercaban al muelle, cuando a lo lejos muchos empezaron a divisar un perro que les ladraba desde la punta del muelle, su silueta se recortaba nítida contra el límpido cielo puntarenense, se le veía con su color blanco con manchas negras, pero a medida que estuvieron más cerca, la silueta y los ladridos se esfumaron.
JORVAl