En los tiempos en que las tribus mapuches recibían a los Pehuenches y Puelches en Curacautín, para llevar a cabo los tradicionales trueques y sus ceremonias religiosas.
El cacique Huillical de los Mapuches escuchó un día que los Pehuenches y Puelches, usaban el caballo, reunió a su tribu y les dijo: Esta es la princesa Rayen mi hija, el que me traiga un caballo blanco, se llevara a mi hija de recompensa. Su amado Nahuelcura, un indígena mestizo le prometió a su amada Rayen que él le traería ese caballo y así estarían juntos para siempre.
Pero el amanecer del tercer día, apareció Quilacura con un caballo blanco frente a la ruca del cacique Huillical, este quedó casi paralizado al ver ese ejemplar hermoso frente a sus ojos.
Quilacura le dijo al cacique ya que yo cumplí con tu pedido ahora cumple con el tuyo, este le dijo entra en la ruca y toma a Rayen y llévatela a tu ruca. Este siempre había querido a Rayen en silencio y ahora iba a ser su esposa para siempre, pero cual seria su sorpresa al entrar en la ruca Rayen no estaba.
El cacique ordenó a toda su tribu que la buscara por los cerros, quebradas, lagunas y bosques.
Rayen y Nahuelcura se habían fugado, su amor era muy grande para que pudieran separarlos, y corrieron y corrieron y las lunas pasaron pero el cansancio no pudo más con sus cuerpos y descansaron, se recostaron sobre una gran piedra en lo alto de una quebrada, pero la búsqueda no había terminado y finalmente fueron encontrados siendo rodeados por la tribu. Los dos se miraron a los ojos, se tomaron de la mano y saltaron al vacío y ahí nació una cascada con la forma de una cola de caballo blanco.