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LEYENDAS MAPUCHES ( Pilmaiquen )





El gran cacique Loncopan se ha enfermado y toda la tribu está apenada por la terrible enfermedad que lo aqueja que posiblemente le quite a su líder. La fuerza de su fornido cuerpo ha desaparecido. Él está postrado en su catrera ( cama de campo ), sin poder moverse. Los intentos de curación han sido inútiles, ni los remedios ni el Nguillatun ( ceremonia religiosa ) en el que se rogó para su sanación, pidiéndole a Nguenechén ( ser supremo Dios ) que sanara han surgido efecto.
Su pueblo lo adora y lo respeta, no solo por su valentía y destreza en la caza y la guerra, sino también por su sabiduría, justicia y la bondad con que gobierna su tribu. La última esperanza es la machi de la tribu, la cual van a buscar a su ruca en el espeso bosque.
La machi entra en la ruca y ve al lado de lecho del enfermo a su esposa Pilmaiquén, con sus ojos llenos de lágrimas, desesperada por la enfermedad de su esposo, ella le ha pedido a Nguenechen que tome su vida en cambio de su esposo.
La machi empieza con su ritos haciendo conjuros. Entre convulsiones y gritos exclama : "  Ñancu... Ñanculahuen  ".
Los presentes en la ruca se estremecen, Pilmaiquen ahoga un grito en su pecho.
El ñanculahuen es una hierba que crece en las cumbres de la cordillera. Esta hierba está celosamente resguardada por el ñancu, el aguilucho blanco. Todo aquel que se atreva o tener el coraje de apoderarse de la hierba sufrirá grandes peligros. La valiente esposa exclama " Yo iré a buscar la Hierba ", si yo iré a buscar el ñanculahuen.
Ella se acerca a la cama de su esposo y le promete, yo te traeré la hierba. En tres días estaré de vuelta.
Fue inútil de convencerla de que no emprendiera la aventura imposible.
Pilmaiquen se interna por senderos pedregosos solo transitados por animales, es la única forma de llegar a la cordillera nevada. El viento fuerte y helado le azota la cara. Las piedras y las espinas cortantes le lastiman los pies. Pero para ella eso no es nada ya que el inconmensurable amor que siente por su esposo. Eso le da ánimo y le permite soportar los sufrimientos con algo de alegría.
Su alimento son los piñones del pehuén ( araucaria ) y por la noches duerme debajo de las lengas ( árbol del sur ) achaparradas de las altas cumbres. Al segundo día llega a los dominios del Nancu ( aguilucho blanco ) lugar donde crece la hierba que curará a su amado esposo. Agotada, se sienta sobre una roca a descansar. De repente, divisa a un ave blanca que se posa en una roca cercana a la de ella. La mirada del ñancu es penetrante y con un fuerte graznido:
¿ Que has venido a buscar ?



Mi esposo se está muriendo, responde Pilmaiquen. ¡ dame la hierba que sana ! Yo estoy dispuesta a dar mi vida por ella.
El ñancu acepta su sacrificio y le contesta :
Por el amor que sientes por tu esposo, acepto tu ofrecimiento. Te daré la hierba que necesitas, pero a medida que tu esposo vaya sanando, tú perderás los movimientos y el habla. Sólo conservarás tus ojos sanos para que puedas ver la obra que has hecho, y serás la esposa más amada del mundo.
El aguilucho se va y al rato regresa con la hierba curativa entre sus garras. Pilmaiquen llora de felicidad.
Al tercer día de la partida Pilmaiquen regresa con la hierba sagrada en sus manos, entre las muestras de asombro del resto de la tribu. De inmediato preparan la infusión con la sorprendente hierba y comienzan a lavar las heridas de su esposo, que lentamente va recuperando los movimientos. Al mismo tiempo, que ella va perdiendo la movilidad y la palabra. Cuando Loncopan recupera su salud, pregunta por su esposa. La encuentra sentada cerca del bosque.
¿ Por qué estás aquí ?, le pregunta. Al no poder contestar, Pilmaiquen estalla en llanto. El cacique, angustiado, consulta a la machi.
Tu mujer no volverá a hablar ni a moverse jamás. Ese es el costo de tu salvación.
En ese momento, Loncopan comprende cuánto lo ama Pilmaiquen.