Juan Fernandez
Este hombre vestía con pieles, y tenía una larga barba enmarañada y agitaba los brazos con desesperación.
La tripulación del Duke, un barco corsario al mando del capitán Woodes Rogers, divisó una figura diminuta irreconocible en una isla desierta a más de 600 kilómetros de Chile.
Una vez en tierra, los marineros se congregaron alrededor de esta salvaje aparición, quien estaba obviamente intentando comunicarse pero no podía ya que su euforia no lo dejaba.
Finalmente fue capaz de decir la palabra " abandonado " y estalló en llanto.
Este hombre se llamaba Alexander Selkirk, que había pasado cuatro años y cuatro meses solo en la Isla.
La historia de Selkirk fue tema para el libro " Robinson Crusoe " de Daniel Defoe, una de las mejores novelas inglesas .
Pero la historia de Alexander Selkirk parte dejando su hogar en Fife ( Escocia ) en busca de tesoros. Tuvo que sobrevivir como pudo en una isla inhóspita, sobrevivió y se convirtió en un hombre rico, pero añorando los años en los que no tuvo nada.
La causa principal por la que Selkirk fue abandonado en una remota isla del archipiélago de Juan Fernández fue porque era una persona muy molesta.
Prestando servicio en el barco " Cinq Ports " ( barco pirata con licencia ), tuvo muchos desacuerdos con el capitán, declaró que el barco estaba corroído por gusanos y que se iba a hundir, encabezó un motín y exigió que lo desembarcaran lo cual fue escuchado por el capitán Thomas Stradling y sus deseos fueron concedidos.
El " Cinq Ports " zarpó y poco después, tal como Selkirk lo había advertido el barco se hundió.
El pirata de 29 años, se encontró abandonado en una isla con un mosquete, pólvora, un hacha, instrumentos de navegación, dos libras de tabaco, una biblia, y queso.
Durante cuatro años se alimentó de focas, tortugas, pescados, mariscos, acompañados de pimentones, palmitos y berros silvestres. Cuando sus ropas se rompieron, se fabricó otras con las pieles de cabra salvajes, que también le proporcionaron alimento y utensilios para comer.
Al principio pensó en suicidarse, pero poco a poco se fue acostumbrando a su soledad.
Se hizo amigo de los gatos monteses, que montaban guardia en la noche para alejar a las ratas que mordían sus pies.
Selkirk no tuvo al amigo Viernes de compañía. Pero se adaptó del todo a su situación de acuerdo a un relato y se convirtió en una persona de mucho mejor carácter.
Tal vez no fue una persona muy agradable, pero la suya fue una sorprendente hazaña de supervivencia, ingenio y fortaleza mental.
Cuando estuvo nuevamente a salvo a bordo del " Duke " , el náufrago se afeito, vistió e instaló como piloto. En el camino de vuelta a casa, los piratas asaltaron varios galeones españoles.
De regreso a Fife, relatando su historia de bar en bar, frecuentemente se lamentaba de su regreso al mundo, que no podía, según él, con todos sus deleites, devolverle la calma de su soledad.
La parte que le correspondió del botín del " Duke " lo convirtió en un hombre rico. Ahora valgo 800 libras, decía, " pero nunca seré tan feliz como cuando no valía ni un centavo". Construyó al fondo del jardín de su padre un refugio rudimentario desde donde podía observar el mar, como cuando estaba en su isla.
En 1721 Selkirk volvió nuevamente al mar, pero contrajo la fiebre amarilla en África occidental, y volvió al mar para toda la vida.