Una vida humilde y tranquila trae más felicidad que la persecución del éxito |
Donde hay voluntad, hay un camino
Cuando un mensajero llegó a la habitación del hotel de la capital japonesa de Tokio en el año 1922, donde se alojaba Albert Einstein para entregarle un paquete, este se percató de que no tenía efectivo para darle de propina.
En su lugar, le dio unos apuntes o notas sueltas, a los que le añadió su firma, diciéndole: Estas notas algún día tendrán un gran valor.
Casi un siglo después, el presagio se cumplió.
El día 24 de octubre de 2017 fueron rematadas en Jerusalén esas notas por un valor de US$ 1.500.000.
Por aquella fecha, el científico acababa de recibir la noticia de que había sido premiado con el Nobel y se encontraba en Japón con motivo de un viaje académico.
El vendedor es, según se informó, un sobrino de aquel mensajero para el que Einstein no tenía unas monedas de propina.